La oposición desde adentro. Camilo Arriaga


La oposición desde adentro. Camilo Arriaga, 1862-1945

Por Rafael Hernández Ángeles
Investigador del INEHRM

Las raíces del descontento en contra del gobierno de Porfirio Díaz se acuñaron desde sus primeros días como presidente. Victorioso de una revuelta militar, Díaz tenía que apaciguar los descontentos regionales de caciques y caudillos poco dispuestos a colaborar con un régimen nacional que pusiera en riesgo sus privilegios. Por esa razón, Porfirio Díaz tuvo que dejar a un lado la espada y sentarse a negociar con estos grupos, brindándoles garantías de permanencia de sus prerrogativas y otorgando más; retribuyendo a los fieles y eliminando “en caliente” a los futuros rebeldes.

Entre los premiados estuvo Benigno Arriaga, sobrino del ilustre liberal Ponciano Arriaga, a quien acompañó junto con el presidente Benito Juárez en su peregrinar hacia el norte del país ante la amenaza de los franceses. Al término de la guerra de Intervención, don Benigno regresó a su tierra natal para continuar con sus prósperos negocios de minas de plata. En 1876, ante el intento de reelección de Sebastián Lerdo de Tejada, Arriaga apoyó la rebelión de Porfirio Díaz, quien, retribuyendo el favor, permitió a Arriaga ampliar su negocio por los estados de Guanajuato, Guerrero, Hidalgo y Morelos. Generoso, Díaz lo atendió personalmente, dándole cargos públicos en el gobierno local y en 1884 fue senador por San Luis Potosí.

Don Benigno se casó con doña Carlota Ramos, natural de la Sierra Mojada y que, según cuentan los cronistas, tuvo un parentesco con el ilustre político Miguel Ramos Arizpe, diputado mexicano en las Cortes de Cádiz y uno de los autores del proyecto de la Constitución de 1824. Dentro de estas raíces liberales, nació Camilo Arriaga Ramos el 10 de noviembre de 1862 en la tranquila ciudad de San Luis Potosí.

Sus biógrafos cuentan que, cuando su padre regresó después de acompañar a Juárez a Paso del Norte, encontró a su hijo Camilo, de apenas tres años, leyendo con fluidez; su madre había contratado a la prestigiosa maestra potosina Soledad Aztegui, quien logró tal proeza. Camilo fue uno de los chicos más avanzados de su clase, destacando en el aprendizaje del francés e inglés, además de las matemáticas. Tanto la primaria como la secundaria, las cursó en su estado natal.

En 1875, ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria. A pesar de estar dentro de la enseñanza positivista en pleno, Camilo leyó con profundo interés los textos de Carlos Marx y Federico Engels, además de los textos anarquistas del príncipe ruso Peter Kropotkin, del francés Pierre-Joseph Proudhon, de Mijaíl Bakunin, entre otros anarquistas europeos. Por estos años, realizó un viaje a Europa, en donde adquirió su notable biblioteca de autores anarquistas. Es probable que entre sus maestros preparatorianos existiese un opositor al positivismo que brindara a sus alumnos, opciones de pensamiento más radicales.

En 1880, ingresó a la Escuela Nacional de Ingenieros, con el fin de aprender lo referente a la explotación de minas y así ayudar al negocio familiar. Fue entonces cuando Arriaga participó en su primera protesta política importante. En 1881, siendo presidente de la República Manuel González, amigo y compadre de Díaz, dispuso una reforma monetaria en donde las monedas de plata serían sustituidas por otras de níquel. Esta medida afectaba directamente a los propietarios de las minas de plata, por lo que azuzaron la desconfianza del pueblo hacia el níquel, propiciando una protesta popular. Camilo organizó varias manifestaciones estudiantiles en contra de la medida de González, quien, ante el rechazo público, dio marcha atrás a su disposición. Esta no sería la primera vez en que la participación política de Arriaga estaría vinculada directamente con los intereses comerciales familiares.

En 1884 realizó sus prácticas profesionales en Guanajuato e Hidalgo. El 17 de enero de 1887, ante un sínodo compuesto por Francisco Bulnes, Gilberto Crespo y Antonio del Castillo, Arriaga se tituló como ingeniero en minas, con altas calificaciones.

Cómo premio a su esfuerzo, su padre logró que el general Díaz convenciera al entonces gobernador de San Luis Potosí, Carlos Díez Gutiérrez, lo nombrara en 1888 diputado a la Legislatura Local. El 21 de febrero de 1890, don Benigno Arriaga murió siendo senador de la República. A manera de consuelo, ya que el aprecio por su padre fue muy especial, el general Díaz lo nombró diputado federal, cargo que conservó hasta 1898.

Durante estos años, Arriaga fue un político moderado, sin embargo, la crisis de la plata entre 1892 y 1895 afectó financieramente los intereses de su familia en el ramo. El gobierno de Díaz no dio una respuesta favorable a los dueños de las minas plateras que veían cómo sus negocios se iban a la ruina, por el contrario; las nuevas concesiones de explotación del subsuelo eran entregadas a empresas extranjeras. Aunado a esto, la aplicación de las Leyes de Reforma ya no era prioridad de los gobiernos estatales y del federal, que buscaban una reconciliación con la Iglesia católica y sus grupos de presión, que garantizara la paz política y las inversiones extranjeras. Esta situación provocó una airada protesta liberal en la Cámara por parte del diputado Arriaga y otros diputados, incluido Francisco Bulnes. La actitud rebelde fue cortada de tajo. Arriaga y los demás diputados, excepto Bulnes, fueron separados de sus curules. Por primera vez en su vida, Arriaga experimentó la dureza de la intolerancia del general Díaz.

En 1899, regresó a San Luis Potosí. La fortuna familiar se encontraba menguada; conservaban minas en el estado y un hotel en la capital. A pesar de las dificultades económicas, Arriaga continuó con sus estudios del anarquismo, entró en contacto con jóvenes liberales como Juan Sarabia, Antonio Díaz Soto y Gama, Rosalío Bustamante, Santiago R. de la Vega, entre otros. Atrás del Hotel Jardín, propiedad de Arriaga, se reunía con estos jóvenes a discutir los textos de pensadores y revolucionarios más avanzados. Pronto tendrían la oportunidad de ir de la teoría a la práctica.

Los liberales potosinos se irritaban cada día más por las violaciones a las Leyes de Reforma; los ministros católicos dirigían centros de enseñanza, hacían culto público y administraban bienes. En el verano de 1900, un grupo de liberales acusó formalmente al culto obispo de San Luis Potosí, don Ignacio Montes de Oca y Obregón de manipulaciones ilegales en bienes raíces. Era tal el encono, que una chispa provocó un enfrentamiento de gran magnitud. La chispa la proporcionó el propio obispo Montes de Oca. El 7 de agosto de 1900, el diario local El Estandarte publicó unas declaraciones de Montes de Oca, en las que alababa la administración de Díaz y agregaba: Las Leyes de Reforma son leños apagados.

Fue la gota que derramó el vaso: Arriaga y los jóvenes liberales lanzaron un manifiesto de protesta, convocando a una reunión de clubes liberales en San Luis Potosí en febrero de 1901. La convocatoria tuvo una respuesta masiva. En casi todos los estados de la República se organizaron clubes liberales. El 5 de febrero de 1901, en el Teatro de la Paz de San Luis Potosí, se llevaron a cabo las reuniones durante seis días. Las calles eran cuidadas por el Ejército Federal que intimidaba a los asistentes. Durante la convención, se sucedieron discursos anti-clericales que clamaban por hacer respetar las Leyes de Reforma; sin embargo, un joven periodista oaxaqueño cambió el rumbo de la convención, al gritar a los cuatro vientos: ¡La administración de Porfirio Díaz es una madriguera de ladrones!

Arriaga se preguntó: ¿A dónde nos llevará éste hombre? La irrupción de los hermanos Ricardo, Enrique y Jesús Flores Magón, junto con otros liberales como Librado Rivera y Antonio I. Villarreal; dieron otro rumbo a la protesta; las críticas ya no eran dirigidas exclusivamente al clero mexicano, sino a toda la administración. Las consecuencias no se hicieron esperar: Antonio Díaz Soto y Gama, quien en julio de 1901 lanzó un discurso radical en Pino, Zacatecas, fue encarcelado. Los hermanos Flores Magón fueron detenidos y su periódico Regeneración suprimido. El propio Arriaga fue encarcelado en enero de 1902, días previos al Segundo Congreso Liberal, que no se llevó a cabo. Acusado de “ultrajes a funcionarios públicos en ejercicio de sus funciones”, fue trasladado a la Ciudad de México y encerrado en la cárcel de Belén, en donde permaneció hasta el 10 de enero de 1903.

De inmediato, Arriaga intentó tomar de nuevo las riendas del movimiento liberal, pero ésta ya se le había escapado de las manos. La lucha se había radicalizado. El 27 de febrero de 1903, el Club Liberal “Ponciano Arriaga” publicó un manifiesto en donde denunciaba las injusticias sociales y económicas imperantes. Denunciaba la corrupción del gobierno y del fraile, protestaba contra la leva, las tiendas de raya y la entrega de los bienes nacionales al extranjero. Los últimos párrafos del manifiesto se acercaban peligrosamente al llamado de la lucha armada.

De nuevo, los liberales fueron perseguidos. Arriaga supo, por medio de familiares, que el general Bernardo Reyes planeó su asesinato. Perseguido, Arriaga huyó hacia Estados Unidos. En Laredo, Texas, se reunió con los hermanos Flores Magón. El movimiento en el exilio sufrió hondas divisiones; Arriaga rompió con Ricardo Flores Magón por cuestiones de dinero; éste atacó a Arriaga sin piedad en las hojas de Regeneración: lo acusó de trásfuga del Partido Liberal y de haberse reconciliado con el general Díaz.

Arriaga regresó a México en 1908 y de inmediato fue encarcelado; el general Díaz le permitió obtener su libertad y conservar sus pocos bienes en San Luis Potosí, seguro de que Camilito ya había escarmentado de su aventura opositora. No fue así. En 1910, se unió al movimiento antirreeleccionista que encabezaba su amigo Francisco I. Madero. Al estallar la rebelión, Arriaga quiso participar en la revuelta armada. Junto con jóvenes revolucionarios como José Vasconcelos, Francisco J. Múgica, José Siurob, Santiago R. de la Vega, entre otros, planearon el complot de Tacubaya, con la intención de dar un golpe militar al gobierno de Porfirio Díaz. El complot fue descubierto y Arriaga y otros implicados vivieron a salto de mata en las calles de la ciudad, hasta que fue arrestado a principios de mayo de 1911.

Gracias a los Acuerdos de Ciudad Juárez, Camilo Arriaga salvó la vida ya que había sido condenado a muerte. Se incorporó a los trabajos de conformación del Partido Constitucional Progresista, que postuló a Madero para presidente en octubre de 1911. No aceptó cargos públicos para dedicarse a la administración de sus bienes. En 1913, tuvo que partir de nuevo al exilio, al ser perseguido por el gobierno de Victoriano Huerta. En Nueva Orleans desempeñó varios oficios para sobrevivir.

Regresó de nuevo a nuestro país a invitación del general Álvaro Obregón, para que ocupara el cargo de jefe del Departamento Forestal, Caza y Pesca, cargo que desempeñó hasta 1924. Se retiró de la vida pública para dedicarse al periodismo. Fundó varios diarios, siendo el más célebre El Heraldo de México. Murió el 26 de junio de 1945 en la Ciudad de México. Sus restos fueron depositados en el Panteón Civil de Dolores.

La figura de Camilo Arriaga adquiere proporción heroica al ser uno de los precursores intelectuales de la Revolución mexicana. Tal y como escribe el historiador James D. Cockcroft, su oposición al régimen de Díaz dio pauta a los subsecuentes movimientos políticos que desencadenarían la lucha armada de 1910.

Última modificación:
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