El breve exilio de Belén Gutiérrez de Mendoza


El breve exilio de Juana Belén Gutiérrez de Mendoza

 

Tamara Aranda

El día en que alguien exponga la realidad de las experiencias de las mujeres negras bajo la esclavitud mediante un análisis histórico riguroso, ella (o él) habrá prestado una ayuda inestimable. La necesidad de emprender un estudio de estas características no solo se justifica en aras de la precisión histórica, sino que las lecciones que se pueden extraer del periodo de la esclavitud arrojarán luz sobre la batalla actual de las mujeres negras, y de todas las mujeres, por alcanzar la emancipación.

Angela Y. Davis, Mujeres, raza y clase, 1981.

Fotografía anónima, ca. 1914. Tomada de: Mendieta Alatorre, María de los Ángeles, Juana B. Gutiérrez de Mendoza. Precursora de la Revolución Mexicana, México, Talleres de Impresores de Morelos, 1983.

 

La lucha histórica de las mujeres ha conseguido grandes victorias durante los últimos años. Una de las más importantes dentro de los estudios históricos es la recuperación de personajes femeninos olvidados o poco estudiados, como Juana Belén Gutiérrez Chávez, fundadora, dueña y editora del periódico antiporfirista “Vésper”, quien mantuvo vínculos con círculos políticos ampliamente reconocidos como el Partido Liberal Mexicano (PLM), apoyó la campaña maderista, se pronunció contra el huertismo, participó en el zapatismo y se mantuvo activa durante la Posrevolución; y sin embargo, existen muy pocas investigaciones sobre ella.

Abriendo lugar a las comparaciones, como mujer, Juana enfrentó retos que eran impensables para sus compañeros varones, como la crianza y el cuidado de sus hijas en contextos de persecución política y encarcelamiento. Por otra parte, ella provenía de un lugar social distinto al de la mayoría de los liberales de su época, habiendo vivido la pobreza y la desigualdad en carne propia. La editora de “Vésper” era una mujer compleja que acumuló una vasta producción intelectual y participó en diversos movimientos políticos durante las distintas etapas de su vida, lo cual nos permite, a través de la investigación histórica, acercarnos desde diferentes ángulos al México de finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX.

Desde el comienzo de su actividad política, Juana fue perseguida por el régimen y encarcelada en numerosas ocasiones. Bajo estas circunstancias conoció a Elisa Acuña Rosete en la cárcel de Belén en la Ciudad de México y  una vez que fueron liberadas en 1903, decidieron partir a Estados Unidos para ponerse a salvo, pero sobre todo para continuar su actividad política donde también se encontraban otros compañeros periodistas que habían corrido la misma suerte que ellas. Elisa compartió con Juana un exilio que incluía labores de cuidado y crianza, activismo político y mucho periodismo. Es por ello que me propongo estudiar la experiencia de Juana Belén Gutiérrez durante estos años de migración forzada, los cuales fueron atravesados por el género, la clase y el estatus migratorio, pues no sólo fueron significativos en su trayectoria política, sino que además permiten conocer aspectos de la experiencia de las mujeres que accionaban políticamente durante los años previos a la Revolución. 

 

¿Quién era Juana Belén?

Juana Belén Gutiérrez Chávez nació en San Juan del Río, Durango, el 27 de enero de 1875. Fue hija de Santiago Gutiérrez, quien se ganaba la vida como peón y herrero, y de Porfiria Chávez, descendiente de indígenas caxcanes de Zacatecas. Con respecto a su nombre, Cristina Devereaux Ramírez, en su libro Occupying our Space: The Mestiza Rhetorics of Mexican Women Journalists and Activists, apunta que en el certificado de bautizo de Juana, ubicado en la Parroquia de San Francisco de Asís de San Juan del Río, se lee el nombre de María Juana Francisca Gutiérrez Chávez, por lo que se ha especulado que Belén fue un nombre apropiado debido a sus repetidas experiencias en la cárcel de ese nombre.

Un aspecto importante sobre su origen familiar y que nos ayuda a comprender las preocupaciones más recurrentes de Juana, es que su padre migró a Durango procedente de Jalisco atraído por el desarrollo industrial del norte de México, pero su familia continuó moviéndose en busca de oportunidades. En ese sentido, Juana enfrentó una realidad común a finales del siglo XIX en dicha región, creciendo como una migrante interna que acompañó a su familia durante sus primeros años, hasta que ella misma emprendió distintos procesos migratorios. Fue así como dejó su natal Durango siendo niña para mudarse a San Pedro del Gallo, Coahuila y posteriormente, al contraer matrimonio (a los 17 años), se trasladó a Sierra Mojada. Su esposo fue el minero Cirilo Mendoza, de ahí que dejara su apellido materno y hoy la recordemos como Juana Belén Guiérrez de Mendoza. También fue madre de tres: Laura, Julia y Santiago, el cual murió a muy corta edad, pero dejó una huella imborrable en Juana que la acompañaría en su larga trayectoria política.

Otro aspecto importante del contexto del norte de México a finales del siglo XIX, es que bajo el paradigma de la libertad de comercio se habían introducido numerosas empresas estadounidenses y con ellas llegaron inmigrantes de dicho país, pues México ofrecía las condiciones propicias para su crecimiento económico y además les garantizaba libertad religiosa, por lo que podían desarrollarse también de manera personal. En ese sentido, en los estados norteños proliferaron diversas sectas y movimientos religiosos disidentes provenientes de Estados Unidos, que promovían la educación como factor de superación e inclusive impulsaban la participación de las mujeres en la sociedad.

La familia de Juana participó en estos movimientos, por lo que ella creció como una disidente religiosa con una fuerte inclinación por el estudio, siendo autodidacta desde muy pequeña, aunque asistió a la escuela de la hacienda donde trabajaba su padre. Juana se apropió de las letras hasta convertirlas en un medio y un fin, la escritura fue su profesión y su vida:

...me acomodé lo mejor que pude entre los troncos y puse toda mi atención en descifrar los enigmáticos renglones. Y era tarea aquello, las letras se burlaban de mí diciéndome lo que querían y a fuerza de recorrer varias veces las que se agrupaban en una palabra, resultaba cada vez una palabra distinta…

Sin embargo, debido a su situación social, Juana Belén no pudo dedicarse plenamente a las letras. Desde muy joven se empleó como trabajadora doméstica y cuando se casó aprendió a coser y se dedicó a elaborar prendas de mezclilla para los mineros. Con el dinero que logró ahorrar compró un hato de cabras y se dedicó a vender leche, con lo cual obtuvo mayores ingresos que le permitieron incursionar en lo que ella prefería: el periodismo.

 

“Vésper”, la estrella de la tarde

¿Quién soy yo, una pobre Chicanita del campo, que piensa que puede escribir? ¿Cómo aún me atrevo a considerar hacerme escritora mientras me agacho sobre las siembras de tomates,  encorvada bajo el sol caliente, manos ensanchadas y callosas, no apropiadas para sostener la pluma, embrutecida como animal estupefacto por el calor?

Qué difícil es para nosotras pensar que podemos ser escritoras, y más aún sentir y creer que podemos hacerlo. ¿Qué tenemos para contribuir, para dar? Nuestras propias esperanzas nos condicionan.

Gloria Anzaldúa, “Hablar en lenguas. Carta a escritoras tercermundistas”, 1980.

 

Juana Belén repartía su tiempo entre las labores del hogar, la crianza de sus hijas y su trabajo con la escritura periodística. Desde los 22 años trabajó como corresponsal en periódicos liberales antiporfiristas, pero fue un reportaje sobre las condiciones de trabajo de los mineros de La Esmeralda, Chihuahua, la causa que la llevó a la cárcel por primera vez en 1897.

            Esta experiencia la impulsó a fundar el Club Liberal Benito Juárez en Minas Nuevas, Coahuila en 1899. En 1901 Juana Belén había quedado viuda y se encontraba en riesgo de volver a la cárcel, por lo que vendió sus cabras y se trasladó a la ciudad de Guanajuato, donde fundó su propio periódico: “Vésper”, con el lema “Justicia y Libertad”, que debe su nombre a la estrella de la tarde que su difunto hijo Santiago disfrutaba ver.

            “Vésper” fue un primer sacrificio de Juana por sus convicciones, pues no sólo vendió aquello que representaba su medio de subsistencia y el de sus hijas, sino animales por los cuales sentía apego y simbolizaban una vida conocida y amada:

...Y el periódico se publicó con gran regocijo del impresor que en muy poco tiempo se había Llevado todos mis ahorros. Cuando éstos se hubieron concluido hice vender las cabras. ¡Mis cabras! Confieso que cuando llegó ese trance tuve el impulso de volverme a la montaña, un deseo desesperado de abrazar a la 'Sancha', mi cabra favorita, de remontar a las cumbres, de ver el sol; aquel sol ardiente que reverberaba en las lomas y quemaba la frente ... Si, volver a la montaña… No, decididamente yo no me volvería a la montaña mientras Porfirio Díaz fuera Presidente…

Ricardo Flores Magón celebró la publicación de “Vésper” y felicitó a su joven  fundadora (de 26 años en ese momento), con quien comenzó un intercambio de cartas que en un primer momento denotaban un tono de admiración, el cual cambió radicalmente años después debido a diferencias ideológicas entre ambos.

            El 9 de noviembre de 1901 la imprenta de Juana fue decomisada, por lo que decidió abandonar la ciudad de Guanajuato con sus dos hijas y trasladarse a la Ciudad de México, donde se encontraba el núcleo más importante del grupo liberal dirigido por Camilo Arriaga.

            Desde la capital del país, Juana continuó publicando “Vésper” e intensificó sus actividades políticas. Por esta razón, en 1902 fue nombrada representante y vicepresidenta honoraria del Club Liberal Ignacio Zaragoza en Cuencamé, Durango, un grupo que, como ella, era liberal radical y abiertamente anticatólico. Juana Belén también formó parte del Club Liberal Ponciano Arriaga desde su reinstalación el 5 de febrero de 1903 en la Ciudad de México, y fungió como primera vocal. 

En el contexto de su actividad política, la “Ciudad de los Palacios” no dejaba de ser un territorio hostil para una madre:

No podía dormir, porque cuando trataba de hacerlo creía ver a los 'robachicos' llevándose a mis chiquitinas, ni sabía cómo salir a la calle porque se me figuraba que me las arrebatarían de la mano...

...Los suscriptores aumentaron notablemente, entusiasmados por los artículos de Vésper, y después, gracias a las aportaciones que recibía, ya no salió a cepillo. Naturalmente que Don Porfirio Díaz no estaba conforme con los artículos de Vésper…

Juana Belén tenía razón, se encontraba en el ojo de las autoridades porfiristas y, aunque se libró de la cárcel del “Castillo de Granaditas” en Guanajuato, en la Ciudad de México no pudo evadir la prisión de Belén.

 

El exilio

Si fue gracias a los cruces inesperados en los caminos del escape que me topé con otras fugitivas, sabiendo que la soledad había terminado, la primera persona del plural no había dejado de crecer. Está en las letras que coloco una a una en esta pantalla, puesto que construimos un lenguaje juntas. [...] No hay solistas, asegura el poeta norteamericano Fred Moten, sólo hay acompañamiento. Vivir una vida feminista hoy es saber eso desde dentro de cada uno de los huesos.

Cristina Rivera Garza, “La primera persona del plural”, en Tsunami, 2018.

 

En 1903 el grupo liberal fue encarcelado. Ricardo y Enrique Flores Magón, Juan Sarabia, Santiago de la Hoz y Santiago de la Vega entre otros, fueron prisioneros de la cárcel de Belén y Juana les hizo compañía en el invierno de ese año por los delitos de rebelión y sedición.

Al ser liberada en 1904, Juana se trasladó a Estados Unidos con sus hijas, donde se reunió con otros miembros del grupo liberal y posteriormente fue alcanzada por Elisa Acuña Rosete, quien le brindó un gran apoyo para la republicación de “Vésper”, el cual operó primero en Laredo y después en San Antonio, Texas.

Estimados amigos y correligionarios. Desde una tierra extranjera a que hemos venido a buscar la libertad precisa para nuestros trabajos por la noble causa liberal, nos dirigimos a ustedes ya que tenemos el honor de contarlos entre los buenos compatriotas y leales correligionarios que siempre nos han prestado su ayuda y nos han alentado con su aplauso en la lucha que sostenemos contra la dictadura que humilla a nuestra patria y envilece al pueblo mexicano…

Estados Unidos representaba una gran oportunidad para dar continuidad a las actividades del grupo liberal, debido a que la correspondencia no podía ser violada y estaba prohibido impedir la circulación de la paquetería postal. De esta manera, los liberales podrían seguir poniendo en circulación sus escritos en México, enviándolos desde el lado norte de la frontera.

            En un primer momento, el grupo liberal accionó desde Laredo, Texas, pero rápidamente se presentaron diferencias ideológicas y de poder entre Camilo Arriaga y Ricardo Flores Magón, lo que llevó al grupo partidario de Arriaga a San Antonio. Juana Belén se encontraba en este grupo, fue por ello que “Vésper” se emitió desde las dos ciudades.

En este contexto, Juana y Elisa fueron contactadas por Sara Estela Ramírez, otra integrante del grupo liberal que se encontraba decepcionada por la situación y buscaba emprender un proyecto propio desde Laredo, Texas. Así surgió el semanario “La Corregidora” en 1905, una nueva publicación antiporfirista dirigida por una mexicana desde Estados Unidos.

Las diferencias entre Juana Belén Gutiérrez de Mendoza y Ricardo Flores Magón se hicieron cada vez más pronunciadas. Ambos se atacaron y respondieron públicamente y con vehemencia durante esos años, especialmente debido al anarquismo de Ricardo, pues éste buscaba vincular el movimiento de México al internacional, mientras Juana creía que la lucha mexicana debía ser soberana y centrada en un cambio democrático. Entonces ella sostenía que la democracia cambiaría por sí sola la realidad del país, aunque más tarde, cuando Madero llegó a la presidencia y la situación no fue reparada, Juana reconoció que tal razonamiento había sido un error. 

Después de todo, desde la añoranza y la convicción de luchar por la patria desde la patria misma, Juana decidió terminar su exilio y regresar a México en 1905. Después de todo, su estancia en Estados Unidos no había sido una experiencia gratificante, sobre lo cual expresó que:

...Ya no podía vivir entre aquellos yankis odiosos y menos entre los bárbaros de Texas… Aunque parezca contradictorio, ese pueblo práctico es pura vanidad. No tiene de formidable más que la apariencia que le da el reclamo; cualquier esfuerzo lo agotará, y la fuerza de su primer impulso puede tomarse en cuenta, pero en materia de resistencia será una nulidad.

Regresó a la Ciudad de México y desde allí retomó la publicación de “Vésper”, con su marcada posición anticlerical y antiporfirista. En 1907 conoció a Dolores Jiménez y Muro, con quien fundó el grupo Socialistas Mexicanos. En 1909 había estrechado sus vínculos con otras mujeres que se encontraban en la lucha, por lo que participó en la fundación del Club Político Femenil Amigas del Pueblo y el Club Hijos de Cuauhtémoc, así como del grupo cercano a Francisco I. Madero que pidió el voto para las mujeres.

La participación de Juana Belén Gutiérrez de Mendoza en la Revolución Mexicana respondió a su convicción de que era posible construir un país democrático y justo para todas y todos. Sus causas eran las de las clases populares, las mujeres y los pueblos indígenas. Su carácter fue forjado en la experiencia y su esperanza era la de una mujer que construía un país para sus hijas, por ello se mantuvo activa en la vida pública de México, participando en distintos movimiento políticos y entre ellos el feminismo, hasta su muerte en 1942.

 

Fuentes consultadas

JAIVEN, Ana Lau, “La Participación de las Mujeres en la Revolución Mexicana: Juana Belén Gutiérrez De Mendoza (1875-1942)”, en Diálogos. Revista electrónica de historia, vol. 5, no. 1-2, Costa Rica, Universidad de Costa Rica, 2005.

JAIVEN, Ana Lau, “Las mujeres en la revolución mexicana. Un punto de vista historiográfico”, en Secuencia, núm. 33, México, Instituto Mora, septiembre-diciembre 1995.

Las mujeres en la Revolución Mexicana (1884-1920), México, INEHRM, 2020.

LOMNITZ, Claudio, El regreso del camarada Ricardo Flores Magón, México, Era, 2016.

VALLES SALAS, Beatriz Elena, “Juana Belén Gutiérrez de Mendoza. Estrella de la tarde”, en Historia de las mujeres en México, México, INEHRM, 2015, pp. 225-243.

VILLANEDA, Alicia, Justicia y libertad. Juana Belén Gutiérrez de Mendoza 1875-1942, México, Documentación y Estudios de Mujeres, A.C., 1994. 

Última modificación:
  Lunes 2 de septiembre de 2024 16:56:05


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